La vuelta de uno de los festivales más icónicos de nuestro país ha llegado por fin. Había muchas ganas, así lo confirmaba el cartel de Sold Out que adornaba las taquillas. Durante 20 horas, 55000 personas venidas de diferentes puntos geográficas bailarían bajo el mismo sol y sobre el mismo desierto. A lo largo de 10 escenarios, desde un avión a un corral. Y nosotros no podíamos perdérnoslo.
Llegamos al recinto, y tras recoger nuestra acreditación, nos apresuramos a un Techno Cathedral lleno hasta la bandera para dar el pistoletazo de salida de festival. El encargado, Ben Sims. Se prometía una sesión de Hard Groove, lo cual supuso un gran reclamo para la apertura del festival. A pesar de las horas, la carpa se llenó para presenciar una sesión más que especial. Tan solo con el cierre, quedamos convencidos por enésima vez de la capacidad para mover al público de Ben Sims, armado con su Techno incisivo y cargado de groove.
Tras recorrer el festival y ubicar todos los escenarios, zonas de descanso y restauración ( para todos los gustos) nos dirigimos al escenario de elrow. Es uno de los buques insignia de la edición y se noto. Desde su espectacular puesta en escena, cuidada al detalle, a la respuesta del público, que desde los primeros beats comenzó a llenarlo. Viviana Casanova y Tini Gessler en formato B2B eran las encargadas de poner en marcha la jornada. Deep Tech ideal para la hora, que fue subiendo en intensidad a medida que de llenaba. Por destacar un aspecto negativo, los puntos de hidratación resultaron escasos.
Tras 45 minutos, turno del Open Air con Regal, que supo adaptarse al horario. Comenzando con un Techno contundente cargado de groove y chords en clave dub, comenzó a dar forma a una sesión que acabó como no podía ser de otra manera, llena de energía y con el público en la palma de sus manos. El nacional se está convirtiendo en uno de los nombres propios de la escena, y actuaciones como esta no hacen más que reafirmar dicha posición.
Turno de subirnos al avión. Las caras de asombro del personal, se tornaron en baile y alegría rápidamente. Y es que la sensación de observar el festival desde las ventanillas, y recordar que estas bailando dentro de un avión en medio del desierto es lo que imagináis, una pasada.
Tocaba reponer energías, y es que como recordaban desde la organización, no es un sprint, es un maratón. Con las pilas cargadas nos dirigimos de nuevo al Techno Cathedral para presenciar a una de las artistas revelación. Anfisa Letyago sustituiría a Sama Abdulhadi. Supo aprovechar el sonido envolvente de la carpa, y logró llenar el stage. Techno donde menos es más, con una selección impecable. Subidones que el publico recibía con las manos al cielo de un Monegros en el que el sol comenzaba a descender. Los elementos justos y necesarios para construir un set que llegó de manera inesperada , y sorprendió a todos los que no conocían a la italiana. Y confirmó a los que la conocían, que el futuro del Techno Napolitano esta a salvo a manos de Anfisa. A destacar uno de los momentos del set, con el tema de Rove Ranger – La Manana.
Corriendo, nos dirigimos al Soundsystem Temple, donde nos esperaba la leyenda Paul Kalkbrenner. Un escenario inmenso, decorado con altavoces totalmente mapeados, y que aprovechando la caída de la noche y la sesión del alemán, desató su potencial al completo. Fuego, luces y efectos acompañaron imágenes de Paul en el centro de la pantalla. Que decir de la sesión, un tracklist manido, pero que sigue emocionando al público. Un público que abarrotó el escenario para cantar cada himno del alemán. Para cerrar, Sky & Sand y Feed your head. Y nosotros con una sonrisa de oreja a oreja.
Y volvimos a correr, para ver el cierre de Laurent Garnier, en el Open Air. El galo se encuentra en estado de gracia ( si es que alguna vez no lo ha estado) y con sus nuevas producciones está logrando generar un gran impacto. Impacto que supo transformar en un cierre que recibimos con los brazos en alto y la piel de gallina. Melodías infinitas, arpeggios emocionales y ritmos 4×4 con la dosis justa de energía. A sus pies señor Laurent.
Tras el francés, turno para Maceo Plex en el mismo stage. Un artista que se mantiene fiel a su sonido. Lineas de bajo afiladas y un buen gusto infinito. No hay mejor manera de describir su sesión, donde sorprendió con un remix de su «When the lights are out«, y donde no dudo en incluir su icónico remix de «Insomnia«.
Tocaba volver al Soundsystem Temple, turno para Richie Hawtin. Un viejo conocido del festival, que logró atraer público de todas las edades. Valiéndose de unas visuales minimalistas en color rojo que le acompañaron durante toda la actuación, elaboró una sesión para el recuerdo. Techno sin concesiones, del que te hace apretar la mandíbula cada vez que el bombo vuelve a entrar en acción. Síntes afilados sobre bombos redondeados llenos de contundencia. El público adoró cada minuto, y la conexión del canadiense con ellos fue innegable. Segmento final en clave ambient para poner el broche de oro.
Llegó el momento de hacer los deberes, y ver con nuestros propios ojos el monstruoso stage de elrow de noche. No defraudó. Si ya de día era espectacular, de noche los colores y formas que lo conformaban tomaban una nueva dimensión. Allí nos esperaban The Martinez Brothers, con una sesión cargada de hedonismo. Vocales de Reggaeton sobre ritmos tech house de groove endiablado, al gusto del consumidor.
Vuelta para el Soundsystem Temple para encontrarnos con el alemán Rødhåd. Techno hipnótico de bombos contundentes, aderezado con unas baterías de groove exquisito. Receta inmejorable para ver salir el sol en el desierto del Monegros. Una sesión impecable donde no se le escapaba una mezcla. Con una sonrisa recibía a aquellos que se acercaban curiosos a presenciar a uno de los artistas más en forma de la industria.
Con la espectacular puesta de sol finalizada, pusimos rumbo al Open Air, donde nos esperaba Oscar Mulero. Sus sesiones en el Monegros ostentan un estatus legendario. Y no podía faltar a su regreso. Comenzó a fuego lento, disparando atmosferas y secuencias sin bombo alguno. Desde ahí, desarrollo una sesión con un ritmo ascendente, cargada de energía y buen gusto. Texturas y melodías hipnóticas se sucedían, y el público, conocedor de la habilidad del madrileño, sonreía. Sintiéndose en el lugar y momento correcto. Tras esta sesión que tardaremos en olvidar, decidimos retirarnos. Nuestros pies no daban para más.
De esta manera, con una atención al detalle, tanto en lo artístico como en lo estético, con unos escenarios monumentales y unas actuaciones de las que hacen época, Monegros ha vuelto a lo grande. Devolviendo una experiencia única en la vida a los que ya habían bailado en el desierto, como a los que como yo, habíamos crecido leyendo y escuchando esas leyendas del desierto. Las expectativas eran altas, se cumplieron. Larga vida a la leyenda de Monegros Desert Festival.