Aquasella celebra su 25 aniversario con una edición para el recuerdo

Tras dos años de ausencia, este verano hemos vuelto a bailar en los festivales. Pero esta «vuelta a la normalidad» no estaría completa hasta volver a bailar sobre el prau. Y es que para muchos, esta peregrinación anual hacia Arriondas es una tradición. Tradición que une a las nuevas generaciones, que experimentan por primera vez la sensación de bailar entre las montañas asturianas, y a los que repiten, para reencontrarse con un festival que cada año se hace más grande, pero mantiene un espíritu y un buen gusto característico. La organización había preparado esta edición con mimo, el 25 aniversario de uno de los festivales más icónicos del panorama. No podíamos perdernoslo.

Llegamos el viernes por la tarde, y tras establecernos en el camping, y dar una vuelta por el recinto para reconocer el terreno, nos dirigimos a «El Bosque«. Allí nos esperaba para darnos la bienvenida Dave Clarke. El barón del Techno nos presentó una sesión con temas llenos de percusiones y síntes hipnóticos, con un groove constante. La selección fue la adecuada para comenzar la noche y provocar los primeros bailes y brazos en alto.

Tras él, turno para 999999999. Les recibió un público entregado que llenó la pista. Son uno de los nombres del momento, embajadores del Techno tan de moda últimamente, lleno de bombos saturados, líneas ácidas y subido de BPMs. Y eso fue lo que encontramos en su sesión. Pura energía, haciendo sonar sus temas más míticos, cargados de build ups potentes y sintes en clave rave. Tras la primera hora, el público mostró una ligera desconexión, pues el live que propusieron los italianos se tornó algo repetitivo. Durante su actuación recibimos la noticia. Jeff Mills se perdería el festival.

Aquasella ofreció diversos géneros distribuidos en tres escenarios

En sustitución, disfrutaríamos de Kessell. El asturiano supo suplir con creces la ausencia del de Detroit. Presentando una sesión con tendencia ascendente, con espacio para la introspección, y con un tono ideal para coger aire tras el derroche de energía provocado por los italianos. Techno de alto voltaje y líneas de bajo incisivas hicieron de su sesión una de las más destacadas de la jornada. Ronda de aplausos para él, y turno para un viejo conocido del festival.

Turno para Oscar Mulero. Las sesiones del madrileño en Aquasella son uno de los principales alicientes del cartel desde su primera actuación en 1998. No decepcionó. Comenzó como comienza habitualmente sus sesiones, a fuego lento. Pero la intensidad aumentaba con cada tema. Secuencias, atmosferas y percusiones reverberadas se sucedían. Mezclas técnicamente impecables. A falta de media hora, hacía sonar su «El joven prisionero«. Con él, un cambio de ritmo y una contundencia adecuada a las 5 de la mañana, haciendo de su sesión una de las mejores del fin de semana. Al finalizar, el público coreaba su nombre. Otro Aquasella más, otra sesión de Mulero para el recuerdo.

Tocaba poner rumbo al «Open Air«, donde nos esperaba Amelie Lens. Es una de las artistas más en forma del circuito, sin ninguna duda. Logró abarrotar el escenario más grande, y la gente se agolpaba a los laterales de la pista para poder presenciar su actuación. Presentó una sesión marca de la casa, llena de Techno Big Space y con una conexión con el público increíble. El momento destacado del set, fue cuando hizo sonar un remix al «Toro», de El Columpio Asesino, que hizo estallar al público que cantaba a pleno pulmón.

Tras la actuación de la belga, nuestros pies nos pidieron tregua. Todavía quedaba el sábado, y debíamos estar preparados para otra jornada que se antojaba espectacular. Descansamos en el camping, que contaba con todas las facilidades necesarias para disfrutar de la experiencia, y lo más importante, descansar. Desde numerosas duchas y baños, que se limpiaban en todo momento, a varios puntos de agua potable para hidratarnos. Además de estar dispuesto junto al río Sella, donde agradecimos bañarnos para recuperar energías.

Día 2

Comenzamos el sábado poniendo rumbo a la carpa «La Real«, escenario comandado por Blackworks. Para dar el pistoletazo de salida a la jornada se econtrába Essan. La dj residente de la sala bilbaína Sonora, presentó una sesión llena de Techno duro, acompañado por melodías en su dosis adecuada. A pesar de la hora, el público recibió esa intensidad con los brazos abiertos, y llenó una carpa que sería el espacio más demandado de la jornada.

De la carpa nos movimos al «Open Air» para presenciar el Live de Boston 168. Con ayuda de los espectaculares lasers del stage, presentaron una sesión dominada por líneas ácidas y bombos redondeados, acompañados por vocales. Techno incendiario que logró activar al público. Tras media hora, la actuación experimentó un cambio hacia ritmos más potentes que la pista agradeció.

Descansamos un poco, y volvimos al «Open Air» para presenciar una de las actuaciones más esperadas. Helena Hauff. La alemana presentó una sesión a vinilo espectacular. Con unas mezclas perfectas, y una selección para el recuerdo, conquistó. A mitad del set, los lasers verdes inundaron el paisaje, y sonó «Subaru Impreza«, momentazo. Una hora y media que se hizo corta, pero que le valió a Helena para derrochar buen gusto y proponer un Techno elegante.

Sin movernos del escenario, recibimos a Fjaak. Al menos a la mitad del dúo, pues una lesión en la pierna impidió la presencia de ambos. Se presentaba en formato dj set, y a pesar de algunos fallos en las mezclas durante la primera media hora, logró imponer su estilo. Techno desenfadado con bombos llenos de contundencia y un groove lleno de percusiones. Imposible no bailar.

Turno entonces para la oscuridad de SNTS. Cambio absoluto de registro. Tras una larga intro, el primer drop golpeó al público y estableció el tono. Techno del de apretar los dientes, que SNTS despachaba sin piedad alguna, permitiéndonos coger aire tan solo en los breaks atmosféricos tan característicos de sus sets. 1 hora y media que dejó al público sudando.

Llegaba el momento nostálgico del día. Llegaba el turno de The Advent, que presentaría un live especial 90s. Para deleite de los más veteranos del lugar, nos transportó a esos Aquasellas de hace 25 años. Techno frenético cargado con un groove infeccioso. Se valió de subidones infinitos a base de snares para meterse al público en el bolsillo. El portugués presentó una sesión coherente y llena de vocales y sintes noventeros. Una hora de live que se hizo muy corta.

Tanto, que apenas nos percatamos, de que el sol comenzaba a golpearnos, asomándose tímidamente entre la niebla tan característica del valle. Para darnos los buenos días llegaba Adiel. Combinando vinilos y CDJs, comenzó de manera muy suave, quizás demasiado para un público que necesitaba energía. Pero no tardó en adaptarse, y a golpe de Psy Trance logró reconectar. Volvió al Techno en clave big space, y volvió a acertar. Virtuosa a los platos, demostró porque es uno de los nombres del momento.

Con el final de su actuación, nuestros pies dijeron basta. Y con ello pusimos fin a una edición mágica.

Conclusiones

Las expectativas estaban por las nubes, pero no podíamos imaginar una mejor vuelta al prau. Bailar en el valle es una experiencia mágica, que impresiona a todos los que experimentan esa sensación por primera vez. Y que sigue maravillando a los que repiten. De esta manera, la organización cierra una edición que quedará grabada a fuego en la memoria de los asistentes, bien por suponer la vuelta tras dos años, como por la calidad de las actuaciones. Por otros 25 años más bailando juntos en el valle de la música, larga vida a Aquasella.


Iker Arana Garrido

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