Tras un primer contacto con la experiencia Sònar ayer, en el AI and Music (mira aquí nuestra crónica), tocaba volver al CCCB para asistir a la primera jornada del SónarCCCB.
Toda la jornada fue retransmitida en un streaming gratuito en la web de Sònar. Presentaron en VOD varias workshops, donde grandes instituciones como Beatport o Patreon nos mostraron las capacidades de sus plataformas.
Comenzamos con la sesión de Alicia Carrera. Nos propuso una sesión intimista, ideal para comenzar el día y bajar las altas pulsaciones con las que terminamos el día anterior. Durante la sesión, nos proponía entrar en menti.com. Cuando la pantalla nos indicaba, debíamos mirar el móvil y contestar a una pregunta sobre la canción que acababa de sonar. Cuanto la habíamos disfrutado, o cuanta curiosidad nos había despertado. Una manera de conectar al público con la DJ.
Nos dirigimos al SonarVillage, el único de los escenarios al aire libre, para encontrarnos con Zenjiskan. Nos presentaba su live, en el que las líneas de bajo con estructuras trip hop, combinaban con melodías alegres, e incluso con escalas árabes. Todo acompañado por unas visuales muy atractivas.
Después, tocaba poner rumbo al SonarHall, donde Bikôkô nos propuso un concierto en el que brillo con luz propia. Un rango vocal espectacular, acompañado por percusiones tribales y un bajo. El tono relajado nos permitió admirar su obra diversa.Una artista a seguir muy de cerca.
Tras un parón para comer y coger fuerzas para lo que nos esperaba, comenzábamos la tarde en SonarComplex, para asistir a la actuación de Palica. A pesar de la hora, más propia de la siesta y el descanso, nos trajeron un trance de cosecha propia contundente y enérgico. Un live lleno de melodías y vocales eufóricas, que nos pusieron a bailar desde primera hora de la tarde. La intensidad fue subiendo a medida que avanzaba la sesión, para acabar con unos sintes y atmósferas puramente rave, verdaderamente acelerados. Con claros guiños al sonido makina.
Tocaba relajarse, y que mejor que la tolosarra Verde Prato en SonarHall. Sola en el escenario, solamente acompañada de un piano y una caja de ritmos. No le hizo falta más para dejar a todo el público hipnotizado. Sorprendía ver, como interpretando en un idioma desconocido para la mayoría, el Euskara, lograba tal magnetismo. Transformando canciones del folklore euskaldun, sorprendió a propios y extraños, y demostró que el Euskara tiene cabida en la electrónica.
Subiamos hacia el SonarComplex, donde Raky Ripper nos sorprendía con su vestuario y puesta en escena, ella vestida de novia, y el escenario, como ella dijo: “que parezca un convite”. Su propuesta se basa en el hyperpop en castellano, y desde luego que funciona, y desde luego que es capaz de mover un público. Síntes y patrónes cercanos a la electrónica, y letras rítmicas y pegadizas. Una combinación explosiva.
De vuelta al SonarHall, nos esperaba Space Afrika. El dúo de Manchester esta pasando por un momento de gracia, y el exigente público de Sònar ocupó el escenario para ver si el hype estaba justificado. Y desde luego que lo estaba. Dibujaron paisajes sonoros, sobre unas visuales basadas en videos de su ciudad natal. Acompañados de grabaciones de lluvias y tormentas. Con el tratamiento que le daban a las vocales, y los sintes y pads utilizados, escuchábamos ecos de Burial. Y si algo suena cercano a Burial, es bueno. Así fue, 50 minutos de introspección sonora. Y si, el hype es merecido. La actuación más destacada de la jornada.
El público que había abarrotado SonarHall se movió rápidamente al SonarComplex. Object Blue y su AV saciaron nuestras ganas de más ambient. Moviéndose del ambient al más brutalista IDM, acompañada por unas visuales psicodelicas, y un show de luces a la altura, cumplió con creces.
A las 21:00, mientras disfrutábamos de él último dj set en SonarVillage, a cargo de D.N.S.,comenzó la lluvia, y con ello el caos. La gente comenzó a buscar resguardo, y el festival solucionó rápidamente la situación. Por problemas de aforo, nos tocó perdernos a Tirzah y a Leon Vynehall. Una pena, pero nos dirigimos al SonarHall para el cierre de festival.
Debíamos asegurarnos el sitio, y es que Cora Novoa y The Artifacts eran los encargados de poner el broche al día 1 de SònarCCCB. Con la artista dirigiendo una «banda tradicional» formada por una cantante, batería y guitarra, logró salirse de su zona de confort. Tras el primer tema, una voz robótica nos explicaba el proyecto, listando los géneros en los que se movería el proyecto. Dicho y hecho, del trap al reggaeton, con tintes de flamenco y hip hop. Por momentos nos recordaba a «El mal querer» de Rosalía, al introducir palmas y cajas del folclore nacional. Obviamente, todo aderezado con el toque justo de electrónica. El resultado, un show original, que con ritmos fáciles de digerir y bailables, nos hizo abandonar CCCB con una sonrisa.
De esta manera acababa un día lleno de emociones en el CCCB. Pudimos escuchar trance, ambient, reguetón… Descubrimos artistas, y confirmamos lo mucho que nos gustan otros. Tal vez de eso va el Sònar, de confiar en su cartel, abrir los oídos y disponerse a descubrir y disfrutar. El resultado fue una vuelta a casa asimilando todo lo vivido. Una vez más, agradecemos a la organización la oportunidad. Frente a unas condiciones adversas, y diversas limitaciones, hemos podido vivir la experiencia Sònar en otoño. Y que experiencia.