El pasado 5 de diciembre, la sala Mondodisko daba comienzo al puente con la visita de
la leyenda de Detroit, Jeff Mills, que esa noche, demostró con creces su estatus de
maestro del techno. La sala, llena desde horas muy tempranas, mostró a todos los
asistentes sus espectaculares juegos de luces y láseres, que acompañaron al
espectacular sonido durante toda la noche.
la leyenda de Detroit, Jeff Mills, que esa noche, demostró con creces su estatus de
maestro del techno. La sala, llena desde horas muy tempranas, mostró a todos los
asistentes sus espectaculares juegos de luces y láseres, que acompañaron al
espectacular sonido durante toda la noche.
El Warm up corría a cargo de un invitado de lujo, Architectural, alias del reconocido
Reeko, que seria el encargado de preparar al publico para lo que vendría después. Con
una progresión acorde a la hora de la noche, sorprendió a todos los asistentes con una
selección exquisita.
Tras él, a las 3:30, Jeff Mills tomaba los mandos de la cabina del club madrileño.
Comenzó con una intro bastante larga, que llevaba a un drop contundente, el cual nos
daba una idea de por donde iba a tirar nuestro querido Jeff aquella noche.
Reeko, que seria el encargado de preparar al publico para lo que vendría después. Con
una progresión acorde a la hora de la noche, sorprendió a todos los asistentes con una
selección exquisita.
Tras él, a las 3:30, Jeff Mills tomaba los mandos de la cabina del club madrileño.
Comenzó con una intro bastante larga, que llevaba a un drop contundente, el cual nos
daba una idea de por donde iba a tirar nuestro querido Jeff aquella noche.
Techno de
Detroit en su máxima expresión, con su característica maestría a los platos, sin ningún
bombo fuera de sitio. Equipado con la Roland TR-909, también hubo espacio para la
improvisación. El momento álgido de la noche llegó cuando el archiconocido “The
Bells” hizo acto de presencia, y la sala enloqueció. Con un ritmo frenético, y una
sucesión de temas increíble, el estadounidense mantuvo a la pista bailando desde el
principio hasta el final, el cual llegó 45 minutos mas tarde de lo previsto, pues Jeff no
quería abandonar aquella cabina.
Detroit en su máxima expresión, con su característica maestría a los platos, sin ningún
bombo fuera de sitio. Equipado con la Roland TR-909, también hubo espacio para la
improvisación. El momento álgido de la noche llegó cuando el archiconocido “The
Bells” hizo acto de presencia, y la sala enloqueció. Con un ritmo frenético, y una
sucesión de temas increíble, el estadounidense mantuvo a la pista bailando desde el
principio hasta el final, el cual llegó 45 minutos mas tarde de lo previsto, pues Jeff no
quería abandonar aquella cabina.
Al finalizar, y con las luces ya encendidas, el público ovacionó al maestro, poniendo así
el broche final a una noche inolvidable en la capital.
el broche final a una noche inolvidable en la capital.
